Como recomendación de una
Nada más llegar a la puerta, nos dimos cuenta que si que sale gente en Adelaide, por la enorme cola que había para entrar. Y a partir de ahí, a deleitarnos con los australianos y sus “costumbres”. Para entrar, cual high school americana o aeropuerto de cualquier parte del mundo, tiene que pasar por un detector de metal para entrar en la discoteca. Para asegurar la seguridad, tampoco te dejan entrar con chicles (la verdad es que seguimos sin saber el porqué de esto, pero es totalmente verídico que Simone tuvo que tirar sus chicles para poder entrar).
Y una vez dentro, el desmadre! La disco la verdad es que era
Tras el concurso, Simone y yo seguimos deleitándonos observando los comportamientos de los australianos. Que por cierto, tras cambiar de ciudad, puedo seguir afirmando siguen siendo más mito que otra cosa en lo que a belleza se refiere… Pero sin lugar a dudas, el colmo de la noche vino cuando descubrimos que, en el interior de la disco, está prohibido ¡besar! En efecto, si se te ocurre liarte más de 10 segundos con otra persona, una amable guardia viene a darte un toque, y como se te ocurra seguir, pues a la calle…