miércoles, 5 de agosto de 2009

martes, 26 de mayo de 2009

Yours always Australia!

Durante muchos años de mi vida, soñé con este gran viaje, con conocer, visitar, vivir Australia. Y durante los últimos 6 meses y medio (excluyo el tiempo en Nueva Zelanda), he tenido la oportunidad de vivir este sueño. Un sueño que era muy bueno, pero que aún así ha quedado atrás, y todo ha sido mejor de lo que había podido imaginar.

Y ha sido así porque Australia es mucho más de los que conocía (que era más bien poco), es por sus playas, por sus montañas, por sus ciudades, por sus ríos, por sus valles, por sus carreteras... pero también por su gente y su lifestyle, siempre tan relajado, tan amable, tan abierto. Se te hace raro si en una tienda no oyes un "hi, how are you going?", o si no te saludan al cruzarte aunque no conozcas a la persona.... Pero por supuesto, también el sueño ha sido mucho mejor por los conocidos. No vine a Australia a conocer a gente, pero también es esta la parte que te enriquece. Desde los primeros conocidos en el backpacker, pasando por la gente de ACE o mis compañeros de piso, donde encontré buenos amigos en todos estos sitios, siguiendo por todo el mundo conocido de un día o dos en diferentes lugares, y por todos aquellos que no eran de ninguno de estos grupos como las chicas con las que estuve en Nueva Zelanda, y, sobre todo, terminando en Simone, porque, aún sin quererlo, es un poco la "culpable" de mi prematuro regreso. Con esto yo creo que caerá bien a algunas personas... o mal... Antes de su marcha pensaba y echaba de menos a la gente tan lejana, pero después de la misma, la distancia creció de sopetón y me dí cuenta que el sueño estaba llegando a su fin, y como todo, es mejor dejar los sueños a tiempo habiendo disfrutado de cada instante del mismo.

Ahora que ha terminado, puedo confirmar que ha sido la mejor experiencia de mi vida. Irme a Australia y la forma en la que lo he hecho fue la mejor decisión que he tomado nunca. Nada en el mundo podría hacer que me arrepintiera de la misma. Pero ahora vuelvo para España con ganas y miles de recuerdos imborrables, miles de aventuras que habeís podido seguir, miles de nuevos descubrimientos y un nivel de inglés algo más aceptable, que para algo había venido...

Cuando vuelves de un viaje así, la gente siempre suele preguntar cosas como que destacarías, que te ha gustado más y todo esto. Siempre son preguntas de muy difícil respuesta, pero se intentan responder...
¿Qué sitio te ha gustado más? Whitsundays Islands. Por el sitio, que deseaba conocerlo y fue incluso más bonito de lo que esperaba; por la experiencia de estar 3 días viviendo en un barco; porque fue el único "lujo" que tuvimos durante estos meses...
¿Una playa? Lucky Bay, en Cape LeGrand National Park, al lado de Esperance. Playa de arena blanca, blanquísima. De hecho, la votaron después de estar ahí la playa más blanca de Australia, y es que podría ser harina. El agua increíblemente limpia, transparente y un color intenso a pesar de haber estado ahí en un día nublado...
¿Un momento? El atardecer en Margaret River, en mi primer viaje por Australia. El sitio es precioso y el atardecer con unos colores mágicos estaban haciendo del momento uno increíble, pero ya cuando apareció la ballena saltando fuera del agua fue simplemente maravilloso.
¿Una ciudad? Excluyendo Perth, con la cual es difícil la comparación puesto que estuve ahí tres meses y es la que más he podido conocer, diría Sydney. Estuve en tres ocasiones ahí, diferente tiempo en cada una de ellas, y con cada ocasión, me enamoré un poco más de sus calles, de su Opera House, de su vida y ambiente...

Australia es un país gigantesco. Tan grande, que tras 6 meses y casi 23,000km, aún queda mucho país por recorrer. Sitios que no he podido conocer durante este tiempo, sobre todo la zona de Darwin con el Kakadu National Park y el noroeste, en Western Australia. Pero no está mal, porque así tengo una excusa para tener que volver, por si el estar enamorada de este país no fuera suficiente...

With love,
Yours always Australia!

Singapore: a bit more than a stopover

Con la nostalgia de pensar que ya había dejado Australia atrás, que los días en Downunder habían terminado, aterricé en Singapore para visitar la ciudad/país en un par de días.

Estaba previsto que visitará la ciudad sola, pero me encontré en el aeorpuerto de Brisbane, antes de coger mi vuelo, a una chica rumana que había conocido en el backpacker de Wellington (luego dicen que si el mundo es pequeño...) y que resultaba que también iba a Singapore praa unos días, ella antes de seguir su viaje por Malasia, Vietnam, Laos, Tailandia etc...

Singapore es una ciudad de muchos contrastes. Por un lado, es la ciudad en la que me ha salido más barato comer en mi vida. Cuando el primer día encontramos un sitio en el que comer por $5 (exactamente la mitad en euros), pensamos estar delante de una ganga. pues luego resulta que incluso nos pareció cara esa ganga cuando empezamos a ver sitios por $3 o algo menos incluso! Por supuesto, la comida era siempre, o casi siempre, asiática, por lo que en tan sólo dos días acabé ya un poco harta de noodles y rice... ¡pobre la rumana que aún le quedaban 2 meses así! Pues de la comida más barata, pasé a la Coca-Cola más cara ever paid. En el avión de Brisbane a Singapore, un inglés residente en Brisbane que iba mensualmente a Singapore por trabajo me recomendó ir al Swissotel, que en su planta más alta, tenía un bar con magníficas vistas sobre toda la ciudad. Cierto era que, céntrico, se tenían unas privilegiadas vistas no sólo de la ciudad sino casi de todo el país, mucho mejores que las que se pueden tener desde el Singapore Flyer (una imitación del London Eye que tan de moda está en tantas ciudades) al estar más alto. ¡Y es que nos encontrábamos en la planta 71 del rascacielos! Pero claro, como las vistas hay que pagarlas, casi nos dío un infarto cuando vimos que la Coke nos costaba $14, ¡y además había sido de grifo!

Singapore es también un país multicultural. Su población está dividida entre el 76% de chinos, 13% de malayos y 8% de indios (el resto proviene de países principalmente occidentales) y claro, eso conlleva que en la ciudad, te vayas encontrando templos budistas junto a mezquitas, o templos hindus cercanos a iglesias anglicanas... Fue muy interesante ver por primera vez un templo hindu y seguir de cerca sus tradiciones, rezando a no sé cuantos dioses, vendiendo cosas dentro del propio templo, comiendo ahí mismo, y todo ello descalza como manda la tradición. Al ser los chinos predominantes, también se nota mucho en el ambiente su dominio. El "do it now" es fundamental, el estrés vuelve a respirarse por sus calles... tras más de 7 meses en Australia, esto choca mucho. Cuando te traen una cuenta la tienes que pagar ya, y te meten mucha prisa por ello...

Singapore es una ciudad con muchísimos rascacielos en su business centre, por supuesto cuenta con su enorme Chinatown y su más sorprendente Little India. Pero un punto en común en absolutamente todos los barrios es que todos los artículos que puedes encontrar ahí son muy, pero que muy cutres... Paseando por sus calles no pude evitar acordarme del ya tradicional "enemigo cutre" navideño entre los amigos publicistas en el que tenemos que hacer el peor regalo que encuentres por un importe máximo de €5. Si hubiese tenido que elegir el regalo más hortera me hubiese costado decidirme entre miles de ellos... Por ello mismo, y a pesar de gastarme $14 en una Coca-Cola, me costó horrores gastarme el dinero que tenía (¡y mira que eso es chungo!)

Siempre había oído que Singapore es una de las ciudades más limpias del mundo y, no sé si porque venía de Australia donde todo suele estar impoluto, pero no me sorprendió por ello. Y aunque lo fuera, tampoco me sorprendería tanto puesto que podría ser la ciudad más limpia del mundo, pero a base de prohibirlo todo: no comer chicle en la calle, no beber o comer en recintos públicos o cerrados, no, no, no... Por algo en todos los souvenirs (cutres claro), siempre utilizan lo de "Singapore: the fine city".

Con todas estas cosas, un calor sofocante y un nivel de húmeda altísimo transcurrieron los dos días en la ciudad que patee de arriba a abajo varias veces (esto a pesar que la chica de la tourist office me dijera que era demasiado grande como para andar ni un cuarto de ciudad). Pero mi gran viaje de casi 8 meses no podía acabar sin otra pequeña visita a los animales... fuimos al más que recomendable Night Safari, donde puedes observar los comportamientos de los animales por la noche, ver algún animal que seguramente no hayas visto en tu vida como el oso hormiguero o seguir el espectáculo ofrecido por la tribu Thumbuakar en sus malabarismos con el fuego...

Así que con esta última visita, definitivamente, no quiero volver a saber nada de animales durante muuuuuuuucho tiempo...

Last downunder...

Nº of days: 14
Km done: 1,709

Tras casi un mes en NZ, la vuelta a Australia fue con visita de mis padres, para pasar así mis dos últimas semanas en este maravilloso país.

Con esta visita, el modo de viajar cambió drásticamente: de camping a hoteles (aunque he de decir que mi peor cama en todo el viaje la tuve en el primer alojamiento con mis padres, en un hotel de 4*), de cocinar a comer siempre fuera, etc...

Al menos, tuve la oportunidad de volver a disfrutar de la Sydney Opera House, de Darling Harbour, del Harbour Bridge, de Hyde Park... y también de descubrir nuevas cosas como el acuario donde, tras 6 meses en Australia y buscarlo tanto, por fin tuve el placer de ver un platypus, es decir, un ornitorrinco. Y es que este animal tan raro (que es un bicho con pico de pato, cola de castor, pelo de nutria, patas de ánade, con cloaca con un reptil, veneno y se reproduce mediante huevos...) sólo sale de su cloaca al amanecer o atardecer y nunca coincidimos en esos momentos. Así que al menos lo ví en un zoo...

Con la extraña sensación de dejar Sydney sabiendo que ya era la última vez que iba, volamos hacia Uluru, quizá más conocido internacionalmente com Ayers Rock (para la parte de cultura general, Ayers fue un presidente australiano). Uluru es, probablemente, junto a la Opera House, los dos símbolos más famosos. Se dice de Uluru que es como un iceberg, que la parte oculta es mucho más grande que lo que se ve, pero sólo con la simbología y significado de esta roca, atrae a muchos turistas cada día. Se trata de un lugar sagrado para los aborígenes, aunque se vean más bien pocos por ahí. Un sendero de 9km se extiende alrededor de la roca, aunque se puede hacer cómodamente desde el coche al estar también una carretera paralela. Al ser un lugar sagrado para los aborígenes, hay dos puntos específicos, muy sagrados, que no se pueden ni fotografiar: uno para los hombres aborígenes y otro para las mujeres. Y no quiero opinar nada acerca de las mismas, pero el de las mujeres se llama "Mala Puta"...¡ay si supieran su significado en otros idiomas! Lo más mágico de Uluru es sin lugar a dudas el atardecer y el amanecer, que es cuando se puede ver la roca cambiar de colores, desde un rojo intenso cuando brilla el sol a un marrón sombrío cuando la sombra lo cubre por completo, pasando por diferentes tonalidades. Fuera del mismo, no es al punto de compararlo con Pinnacles en WA, pero, al fin y al cabo, es una roca en el desierto (aunque una roca enorme en un lugar donde casi todo alrededor es planísimo).

Tras la visita obligada a Kata Tjuta-The Olgas (incluso más sagrado para los aborígenes que Uluru), nos dirigimos a Kings Canyon que recorrimos en un sendero de 6,5km con sus buenas subidas. Pero las casi 3 horas de caminata merecieron más que la pena. El canyon es increíble, maravilloso. Sus rocas y acantilados te sumergen en una gran inmensidad. Te sientes un poco Indiana Jones en sus mejores aventuras ahí... ¡Simplemente, me encantó! y lo recomendaría aún más que Uluru.

La nueva visita a Cairns sirvió no sólo para conocer Green Island en plena Great Barrier Reef, sino para ver de nuevo a Elizabeth. Ya hablé de Elizabeth anteriormente, aunque por aquel entonces desconocía su nombre. Resulta que volví a coger un barquito por el Daintree River para ir a ver cocodrilos, pero esta vez con la fortuna de escoger un barquito muy pequeño y estábamos solos con el guía, que me contó la vida de los cocodrilos. Resulta que me enteré que la parte que visitamos de Daintree River era hasta hace bien poco territorio de Scarface y que tenía por ahí 6 ó 7 novias. Pero en los últimos tiempos, Fat Albott iba comiéndose su terreno poco a poco... y sus novias. Por lo que Elizabeth pasó de ser novia de Scarface a novia de Fat Albott. Tuvimos el placer de conocer a este último, de unos 5-6 metros (Elizabeth tenía "sólo" 3 ó 4). También pudimos observar un montón de baby-crocodiles, de los cuales supimos que a los dos meses de nacer, la madre les abandona en la naturaleza y hasta los 6 años, edad en la que ya son suficientemente fuertes y duros, tienen que luchar contra un montón de adversidades (entre ellos los mismos padres...) y por ello, sólo 1 de cada 100 llega a la edad adulta... y luego pensamos que los seres humanos lo tenemos chungo...

Los nuevos descubrimientos en Australia casi terminaron ahí... ya quedó para el final volver a Surfers Paradise, y conocer un poco más de Brisbane. Y por suerte, tuve el placer de tener la compañía de Lea, la suiza con la que estuve en Nueva Zelanda, que había venido expresamente al ser mi última noche, en la que, aunque no fuera el de Perth, pude volver a estar por última vez en el Mustang, aquel bar que todos los miércoles tenía en mí a su fiel cliente...

Se hace raro pensar que ya vuelvo para Europa, que se acabo el andar boca abajo... pero todos y cada uno de los momentos en Downunder han sido tan mágicos y especiales que sólo puedo empezar a echarlos de menos...

jueves, 23 de abril de 2009

Adrenaline pure 100%

No llego a entender muy bien el porqué, seguramente porque te lo encuentras en cada esquina, pero Nueva Zelanda es el país de los deportes de riesgo y aventura. Si has venido a NZ pero no has hecho ninguna actividad especial, es que te has perdido una parte fundamental del país. Todas las mismas actividades se pueden hacer en España, pero aquí las promocionan mucho y les funciona. Realmente en cada rincón puedes saltar desde un avión, hacer rafting o cualquier otro deporte…

En Auckland, en la misma ciudad, te vas encontrando cosas que hacer. Te puedes tirar desde la Skytower agarrado a un arnés o puedes sentarte en un sillón que te propulsa a gran altura sin ningún problema. Que por cierto, esta última actividad se encontraba justo enfrente de la ventana de la habitación de mi backpacker por lo que tenías el placer de oír gritos todo el día y parte de noche…

Y en el país de la adrenalina, está Queenstown. Se trata de una ciudad que vive alrededor de sus estaciones de esquí y de este tipo de deportes. Todo el mundo que ha estado en NZ le encanta esta ciudad, y tiene sus razones. Agradable, bonita y sobre todo, mil cosas que hacer… hasta lo que tu dinero te permite. En esta ciudad AJ Hackett es un ídolo, y una empresa. Este hombre fue el que en 1886 saltó desde la Torre Eiffel. La empresa tiene 3 puntos para hacer bungee jump: el más alto de NZ a 143m del suelo, uno sobre la propia ciudad y el tercero sobre el río Karawau. Este tercer sitio fue el primer commercial bungee jump site del mundo. Hasta llegar a Queenstown, siempre había dicho que nunca en mi vida haría puenting. Pero con mi nueva teoría de “si haces las cosas, hazlas a lo grande”, como me enteré de que en este lugar fue el primer sitio de puenting en el mundo pues… reservas, vas y saltas… Bueno, la verdad que entre vas y pagas hay un buen momento en el que estás ahí arriba pensando en al estupidez que hiciste, pero en cuanto saltas, la sensación de adrenalina es tan buena y grande que cuando llegas abajo sólo puedes pensar en cuando será el siguiente…

Desde hace muchos años quería hacer rafting, de hecho, si mi querido hermano lee estas líneas me gustaría recordarle que aún le debo un día de rafting. Y cuando decidí venir de visita a NZ, una de las cosas que sabía es que aquí había mucho de ello. Pero cual fue mi sorpresa cuando me enteré que había dos tipos: white-water rafting y black-water rafting. Al suponer, por razones obvias, que el white era el normal, me preguntaba que cual era el black, hasta que descubrí que era en una cueva. No es lo mismo que el white-water rafting (este es el que comúnmente en España llamamos rafting). Primero, es en una cueva y luego se podría definir como una mezcla de espeleología y rafting. Osea, raptando en el agua por pasadizos estrechos, escalando para alcanzar la primera parte, tirándote desde 3 metros de culo con un flotador incrustado, deslizándote por un tobogán “natural”… y todo esto, en un agua helada y con vistas a miles y miles de glow-worms que habitan la cueva (no tengo ni idea de cómo se llama este animal en español, así que lo podéis buscar). Estando en la cueva totalmente a oscuras, parece como si estuvieras viendo miles de estrellas.

Costó un poco decidirse en si hacer black o white-water rafting. Cada uno tenía sus pros y contras. El black que es casi único de NZ por lo que con pocas oportunidades por el momento de hacerlo en otro sitio. El white que llevas años deseando hacerlo. Como la decisión era tan dura, decidí hacer los dos. Así que tras el Black-water rafting en Waitomo Caves, hicimos White-water rafting en el Kaituna River, cerca de Rotorua (pero lo suficientemente lejos como para que ya no oliera mal…). El rafting fue sensacional, quizá un poco lento entre rápidos, pero estos eran muy buenos y especialmente buena era una cascada de 7m de la cual sigo planteándome como fue posible volver a salir a la superficie en la neumática!

Así que nada, entre estas cosas y sintiéndome David Cal en el C-1 en el Abel Tasman National Park con el kayaking o sufriendo por mis dedos de los pies en el Franz Joseph Glacier como Juanito Oyárzabal, la visita a Kiwiland se convirtió en toda una aventura.

Teletubbies land


N of days: 12
Km done: 2,050

Para cruzar de la south island a la north, la opción más fácil es coger un ferry entre Picton y Wellington. Y ya si tienes un coche que llevar de una isla a la otra, es la única opción, muy cara por cierto, cosa rara porque NZ es un país muy muy barato.

Desgraciadamente, tan sólo disponíamos de 11 días para visitar esta isla, que, aunque sea más pequeña que su vecina la del sur, tiene un buen montón de atracciones. Nuestra aventura se extendió entre dos, comenzando por Wellington, capital del país como espero que todo el mundo conozca (en caso contrario no os quejéis si un guiri os pregunta si la capital de España es Barcelona), y finalizando en Auckland. Wellington se podría definir como la capital más fea que he visto en mi vida. Se trata de una ciudad que no tiene casi nada, se salvan algunas calles comerciales, una iglesia anglicana muy bonita (típica pequeña y de madera), y quizá el parlamento. Lo demás de la ciudad no merece mucho la pena. Pobres los actores de The Lord of the Rings que tenían en esta ciudad su campamento base. Al no ser bonita, nos dedicamos a ver el museo de Nueva Zelanda, el Te Papa y a salir… Al otro lado de la isla, y de nuestro viaje, se encontró Auckland. Y aquí todo cambia, la ciudad es bonita, animada, bastantes atracciones, un puerto, Viaduct Harbour, precioso y un montón de veleros. Y cuando digo un montón, son realmente muchos. Por algo se conoce a la ciudad como City of Sail. Yo creo que fue por ello especialmente que tanto les dolió que un país sin mar les ganará en la America´s Cup (se pueden ver los barcos kiwis en Viaduct Harbour).

Pero entre ambas ciudades había muchos lugares por descubrir. La primera de ellas, los paisajes en prácticamente toda la isla. Unos paisajes de un verde como nunca había visto (para deciros que incluso las suizas estaban impresionadas), en unas colinas con formas redondeadas que tanto nos hacían recordar a los Teletubbies. Así que estuvimos un rato esperando a Poo y compañía, pero nos encontramos más vacas que los personajillos ficticios (en la isla norte, hay muchas vacas, casi más que ovejas para que os hagáis una idea).

En esta isla también se encuentran montones de volcanes. Prácticamente cada montaña que hay aquí es un volcán. Se hace a veces muy difícil creerte que es uno cuando está totalmente cubierto de hierba porque lleva ya mucho tiempo inactivo pero lo era. Y también hay muchos de ellos que siguen activos. Los más espectaculares sin lugar a dudas son los tres que hay en el Tongariro National Park: Mt Ruapehu (el pico más alto de la north island), Mt Ngauruhoe (Mt Doom en Mordor) y Mt Tongariro. Mt Ngauruhoe es realmente quizá el más impresionante, porque es completamente tal y como dibujarías una montaña: ¡un triángulo! Los tres están cubiertos de nieve todo el año e incluso en invierno, puedes realizar la exótica actividad de esquiar en el volcán Mt Ruapehu al disponer de 2 estaciones de esquí. Alrededor de Rotorua también hay otro buen taco de volcanes, y zonas termales (naturales por supuesto) que desprenden un olor a sulfuro horrible que no hace de Rotorua la mejor ciudad para vivir… Otro punto muy peculiar es Hot Water Beach, en Coromandel Peninsula. Aquí hay un río de lava que circula por debajo de la arena de la playa. En los momentos de marea baja (que es sólo 2 horas al día que por suerte, sin mirar cuando era, coincidió con nuestra visita), si cavas un hoyo en una cierta zona de la playa, hay agua. Vale, esto puede que sea en todas las playas igual… ¡La diferencia es que esta agua está ardiendo! Y de verdad, metes el pie y te quemas. Incluso cuando se te hunde un poco el pie en ciertas zonas de la arena arde. Esta lava proviene de un volcán extinguido desde hace miles de años, pero sigue estando lo suficientemente caliente como para hervir el agua. No quiero imaginarme como era esta playa cientos de años atrás…

Coromandel Peninsula está al norte de la north island. Y aunque se trata de un sitio menos turístico que Bay of Islands al norte de Auckland, es para mí incluso mejor. La playa de Cathedral Cove, a la cual sólo accedes tras una caminata de 45 minutos, es un sitio mágico. El nombre viene porque hay una roca abierta que separa las dos calas. Recorrimos la península plegada de carreteras muy estrechas y con mil curvas, siguiendo la orilla del mar y con unas vistas espectaculares. ¡Así da gusto conducir! Bay of Islands está al norte de Auckland y desgraciadamente no tuvimos mucho sitio para visitarlo al tener que devolver el coche, pero no nos arrepentimos de haber pasado un día más de lo previsto en Coromandel Peninsula…

Por supuesto, no podíamos irnos de NZ sin acudir una noche a una cena/espectáculo maori. Así que estando en Rotorua, acudimos a visitar Mitai, un pueblo maori. La experiencia resultó muy especial. Saber un poco más acerca de este pueblo, que hoy en día está completamente integrado en la vida diaria kiwi, pero siguen manteniendo algunas de sus ancestrales costumbres. Primero, el arte es muy gracioso y bonito. Una de las figuras maoris más conocidas es el Tiki (Google os ayudará a saber que pinta tiene…). Tiene un idioma propio, que es también oficial en NZ. De hecho, por ser oficial, un montón de nombres de ciudades son maoris, lo que hace prácticamente imposible acordarse de ellos. También es un pueblo es los que los tatuajes son una cultura, y especialmente en la cara. Hoy en día, ya no se hacen estos tatuajes en la cara, sólo se los pinta para los que trabajan en este tipo de espectáculos. Y estos tatuajes en la cara los llaman Moko… ¡Ay si supieran que significa lo mismo en español! Y por supuesto, antes de la cena que es especial por la forma de cocinarla (en el suelo) más que por sus ingredientes, un montón de bailes típicos. Y para finalizar, por supuesto, ¡la Haka! Este es con toda seguridad el nombre maori más famoso internacionalmente, el único quizá. Había visto muchas veces la Haka en la tele, “bailada” por unos cuantos hombretones bien tochos, especialmente aquella ante Francia cuando acabaron cara a cara. Pero verla en persona es muy especial, muy espectacular. Para todo aquello que no saben muy bien de lo que hablo, los All Blacks, osea el equipo de rugby neozelandés, hacen este baile antes de cada partido y si queréis veis que baile es, os recomiendo poner ir a Youtube y buscar la del partido NZ-Francia. Realmente, aunque la más famosa sea esta, en maori haka es cualquier baile.

Para finalizar, hablando de All Blacks, un pequeño detalle del porque de este nombre. Y es que no es porque vistan de negro (esto proviene del nombre y no viceversa) sino porque después de un partido contra Inglaterra, al llegar el equipo quisieron decir que todos All Back, osea sanos y salvos… Y ahí empezó la historia del equipo kiwi más exitoso, o al menos el más famoso…

Welcome to Switzerland… or was it NZ?


N of days: 15
Km done: 2,793

NZ está dividida en dos islas y, aunque muy cercanas, cada una de ellas es un mundo. Antes de venir aquí, había oído de boca de mucha gente que si Australia era una maravilla, NZ era el paraíso, y especialmente la isla de sur. Sobrevolando la isla a la llegada, la primera impresión fue más un “¡Pero si parece Suiza!”. En efecto los Southern Alps, paisajes completamente verdosos y el tiempo hacían recordar al pequeño país neutral de Centroeuropa. Con el paso de los días, nuestras primeras impresiones se fueron confirmando. Incluso los kiwis lo saben más que de sobra y por ello pudimos cruzarnos un billboard (que todo publicitario debería saber que se refiere a un cártel publicitario de estos bien grandecitos) con la inscripción: “Want Switzerland? See Queenstown. Want New Zealand? See Westport”. Quizá sea por esta razón que no nos impresionó tanto la isla del sur, y cuando digo tanto es en relación a las expectativas creadas por otra gente, y es que, si tengo que elegir, Suiza bien sabe que siempre estará en mi corazoncito, y aún más después de mi viaje por Australia (aunque suene raro e imposible).

Pero por suerte, no todo en la isla del sur es Suiza, y por supuesto, sus costas (ya les gustaría a los suizos no tener que irse a Valencia a competir). Unas costas espectaculares. Y en el interior, en las montañas, unos valles enormes como nunca había visto.

Estuvimos, por supuesto no porque yo quería, en muchos lugares en busca de animales que casi nunca vimos (pingüinos de ojo amarillo en Otago Peninsula, ballenas en Kaikoura etc.), cosa que tampoco me importó tanto porque al menos los paisajes merecían los kilómetros.

De lo poco que conocía antes de venir a NZ eran los mirror lakes. Para conocerlos, nos embarcamos en un crucero de dos días por Doubtful Sound, en Fiordland. Estos nombres plantean la primera pregunta: ¿se trata de un sound o de un fiord? Bueno, quizá la primera sea, ¿y cuál es la diferencia? Pues un fiordo se hizo por los glaciares y desemboca en el mar. Un sound no. Y aquí, los kiwis se jactan de decir que se trata de un fiordo, pero que cuando llegaron aquí los ingleses, al no tener de estos en su país, no sabían lo que era y lo llamaron sound. Esta zona de Doubtful Sound es una de las zonas más húmedas del planeta. ¡Cosa que me creo con unas precipitaciones en Deep Cove de 5.290mm! Para haceros una idea, Madrid tiene un promedio de 1.208 mm. ¡Y me lo creo especialmente porque estuvo lloviendo casi todo el tiempo! Esto, desgraciadamente impidió que pudiéramos ver bien las montañas reflejadas en el agua y, aunque el paisaje era muy bonito, como todo, la lluvia restó parte de su espectacularidad.

En otra parte de descubriendo a nuestro planeta Tierra, también me enteré de que en NZ había glaciares. Al principio esto me sorprendió mucho porque pensaba que sólo había glaciares en los polos. Luego pensado, me dije que como NZ está más o menos cerca de la Antártida, pues por eso tendrá glaciares. Pero cuando me enteré que también hay glaciares en Suiza, todas mis teorías se cayeron. Resulta que para que un glaciar sea tal, tiene que tener hielo durante un mínimo de 10 años. Por lo que se pueden crear incluso nuevos. Pero por supuesto, los más grandes y espectaculares provienen de la Edad del Hielo. Resulta que en kiwilandia hay más de 3.000 glaciares y sobre todo dos muy conocidos: Fox Glacier (que por supuesto no pertenece a la industria cinematográfica) y Franz Joseph Glacier. Optamos por visitar el segundo (no por nada en especial sino que había que elegir) en un full day trip y ello supuso estar andando durante ¡7horas! por el glaciar. Bueno andando, escalando con todo el equipo alpino (osea los crampones, botas de trekking, calcetines que tenías que ponerte muy a tu pesar, raincoat…) La experiencia resultó única, el tener que pasar por túneles de hielo, arcos, brechas… Toda una maravilla.

Otra experiencia muy buena en otro lugar mágico fue el sea kayaking en el Abel Tasman National Park (€20 al que recuerde quien es sin volver a leer el post Aotearoa). Este NP está en el norte de la isla del sur y es muy popular o bien descubrirlo andando o haciendo kayaking. Como de andar tuve mi dosis para los próximos años en el glaciar, mejor fue ir remando a lo largo de la costa donde todo es verde, repleto de árboles, calas de arena dorada, agua cristalina verdosa (pero un verde bonito, no el verde mediterráneo). Durante todo el día (también largo esta vez para los brazos) estuve sintiendo el espíritu olímpico (suelo ver kayak, o en su defecto piragüismo, sólo en los Juegos Olímpicos) en un entorno espectacular, y con un aire mucho más limpio que Pekín.

En cuanto a ciudades, la más importante es Christchurch que es muy británica, y como su nombre indica, con un montón de iglesias. También tiene influencia italiana con unas góndolas a lo largo de su Avon River con sí de Venecia se tratara aunque allí las llaman punt al ser las gondolas el teleférico que sube a la montaña. Sino, un montón de pequeñas ciudades, que no sé si incluso se las pueden llamar ciudades porque imaginad el tamaño de las otras ciudades cuando la más grande tiene sólo 350.000 habitantes. Y luego está Queenstown, pero podréis conocer más detalles de esta ciudad en otro post dedicado a la pura adrenalina…

Aotearoa: land of the white cloud

Siempre he oído que las culturas ancestrales (o, en su defecto, las personas mayores) tienen una gran sabiduría. Y cuanta razón tenían los Maoris cuando, haya muchos años antes de que llegaran aquí los primeros europeos, llamaron a Nueva Zelanda Aotearoa, tierra de la larga nube blanca.

En efecto, he cambiado por un tiempo los canguros por los kiwis, término que define no sólo a la fruta por excelencia en el país, sino también a sus habitantes y, lo que menos gente sabe antes de venir aquí, a unos animales que sólo se encuentran aquí (una especie de pájaro, pero que no puede volar, menuda gracia de pájaro).

En el país en el que Hungry Jacks vuelve a ser Burguer King, hay también muchas, muchas, muchas ovejas, y especialmente en la South Island. La verdad es que tienen bastante menos gracia que sus vecinos los canguros, quizá porque nos sean más comunes. Supongo que habrá muchas ovejas porque así se pueden arropar con la lana. El tiempo cambia drásticamente. Bien es verdad que desde la visión europea, piensas en Australia y NZ como dos países muy cercanos, pero nada más lejos de la realidad. Con 3 horas y media de vuelo entre Sydney y Auckland es, al fin y al cabo, como se desde Madrid te fueras a Helsinki. Quizá la única semejanza entre ambos países sean sus habitantes, y es que los kiwis también se pueden definir por su easy-going, relax ante todo.

NZ es un país más grande que Gran Bretaña, pero con sólo 4 millones de habitantes, de los cuales más de uno vive en Auckland. Así que es fácil de imaginar que se pueden recorrer, al igual que Australia, montones de kilómetros sin cruzarse a un solo kiwi (las 3 variantes posibles, puesto que en casi un mes ahí, he de decir que no he visto ni una sola vez el animal, si no es disecado en un museo).

Antes de que los europeos llegarán aquí en 1642 con Abel Tasman a la cabeza, los Maoris habitaban estas tierras desde hacia ya casi 3.000 años. Esta cultura tiene el privilegio de ser la única en el mundo que nunca ha sufrido la persecución de sus colonizadores (ya les gustaría a los aborígenes poder decir lo mismo en Australia). Aunque puede que ello sea una razón por la que, hoy en día, no queda en NZ ni una sola persona 100% maori (la última murió 10 años atrás).

Aparte de todo esto, viajar por NZ supone una serie de cambios. Primero, cambias a Little Ripper por Jetson, un spaceships van (¡y spaceships es el nombre de la compañía, no una nave espacial!). Si algún lector de este blog viene alguna vez a NZ y quiere alquilar un coche, que ni mire esta opción. Lo mejor que nos pasó con el coche fue tener que cambiarle la batería… Luego cambias la compañía, que no es que sea mala, pero queda tan lejos de la australiana… Y finalmente, cambias los hábitos, te adaptas a tus nuevos compañeros de viaje y cambias el clima, en el cual incluso has tenido que comprarte un abrigo que llevabas casi un año sin usar…

Y NZ es también, como todo freak sabe de sobra, Middle-Earth, o, para los menos freak, el país donde se rodó The Lord of The Rings. Así que estuve observando Mt Doom pensando que era Mt Ngauruhoe, descubriendo Misty Mountains como si estuviera en los Southern Alps, paseando por Eregion Hills cuando había cruzado el cártel de Queenstown o tirándome desde un puente y casi tocando el Kawarau River tal y como fuera Argonath por ahí… Como podréis comprobar y ya sabéis muchos, no tengo ni idea acerca de la trilogía de Peter Jackson pero seguro que sus fieles seguidores podrán perdonarme por no haber pasado por Hobbiton al no pillar de camino…

viernes, 20 de marzo de 2009

Running away Hamish

De todas las aventuras vividas en Australia, quizá una de las más grandes que podré contar a mis nietos es como su abuela estuvo al borde de la muerte con un ciclón amenazándola…

Llegando a Airlie Beach de nuevo tras el paraíso, nos enteramos que nuestro mate Hamish estaba de paso a partir del día siguiente. Y como nuestro mate era un ciclón, pues no es que nos hiciera mucha gracia pero tampoco le dimos mucha importancia (pensábamos más que sería un fastidio si se inundarán las carreteras y no pudiéramos pasar).

Esto hasta la noche, cuando durmiendo y sin ser todavía el ciclón, el van se movía tanto por el viento que de verdad creí en un par de ocasiones que iba a volcar. Así que a la mañana siguiente, mientras desayunábamos y yo leía el periódico nada alentador, hicimos unas cuentas rápidas: el ciclón llega donde estamos dentro de cinco horas moviéndose a 19km/h, si nos vamos de inmediato a una velocidad media de 90km/h deberíamos tener tiempo de escapar (digo 90km/h porque es la velocidad de Little Ripper).

Y sin pensarlo mucho más, recogimos el tenderete y empezamos a conducir el que fue el día con más kilómetros de tres meses viajando ¡800km! ¡Todo el día en el van!

Es verdad que nuestra teoría fue un poco arriesgada porque con todo lo que ya había llovido la carretera podía estar inundada o nuestros cálculos no ser tan ciertos al no ser expertas en ciclones, pero funcionó y conseguimos de esta forma ganar la batalla contra Hamish… aunque no contra su resaca en los siguientes días donde estuvo lloviendo mucho, mucho, mucho…

To say goodbye is quite hard

Quieras o no, todo en esta vida pasa. Te alegras cuando es una mala época y te entristeces cuando lo que termina, es la que ha sido la mejor experiencia de tu vida. Tras tres meses recorriendo Australia con Simone, el viaje llega a su fin y es duro, muy duro, aún cuando le siguen otras muchas grandes aventuras.

El viaje finaliza con una semana en Sydney, una ciudad de la que ya he hablado pero que cuanto más conoces más te enamora. En un principio, iba a quedarme el van después de este viaje pero al final cambié de opinión. Primero, porque teniendo que pagarle su parte a Simone, ya era mucho dinero y segundo, porque me voy un mes a Nueva Zelanda y no tendría un sitio donde dejarlo. Así que nuestros dos últimos días antes de llegar a Sydney los dedicamos a maquillar a Little Ripper: que si limpias el interior, que si pintas un poco las partes oxidadas (no era del todo waterproof), que si le sacas brillo exteriormente etc. Y luego llegamos a Sydney pones anuncios de venta en algunos sitios y dos días después, llegan tres suecos, ven a Little Ripper, lo prueban, no se dan cuenta que tiene el carburador roto (porque se puede conducir con él roto) y firman todos los papeles, te dan el dinero y se acabó. You aren´t owner in Australia anymore! Fue una dura despedida después de todos los buenos momentos vividos en él.

Pero si tener que despedir a Little Ripper fue duro, más aún lo va a ser decir adiós a la que ha sido tu siamés durante los últimos 90 días, durante las últimas 2160 horas, y todo el tiempo pasado en Perth. Aún recuerdo mi primer día de clase en ACE que fue cuando la conocí, nuestra primera caminata de 4 horas por la playa en uno de mis primeros días en Australia, el primer viaje que hicimos a Albany y Margaret River… y sobre todo cada minuto de este gran viaje. Porque está claro que ha sido una maravilla por los paisajes, por las aventuras vividas, pero si lo puedo considerar ahora la mejor experiencia de mi vida, es también por Simone, porque sin las personas, nada es lo mismo, y por suerte, encontré en ella no solo una buena compañera de viaje, sino una gran amiga.

Por suerte, para no tener que pensar mucho, el mismo día que se va me voy a New Zealand, con otra suiza que conozco de Perth y otras dos, suizas también, amigas de la primera…

Sailing the paradise

Mucho tiempo atrás, ví una foto de una playa tal y como siempre soné: agua cristalina, background repleto de árboles tropicales, arena fina y blanca y casi desértica. Cuando dije en mi trabajo que me iba, uno me dio una revista del Lonely Planet en la que la portada era una foto alucinante de una entrada del mar en tierra.

No hace tanto tiempo, descubrí que estos paraísos se llaman Whitehaven Beach e Hill Inlet y ambos se encuentran en las Whitsundays Islands. Por lo que si ya teníamos previsto acudir ahí, ahora con más razón. Lo típico y más famoso en las Whitsundays es ir en un velero y “sail the Whitsundays” así que no podíamos hacer otra cosa. Llegamos a Airlie Beach, puerto de entrada a las islas, una mañana queriendo antes de nada informarnos sobre el tiempo (como ya se ha dicho, norma básica en wet season). Al conocer que los próximos días la previsión era muy buena, analizamos las posibilidades aún libres: un backpacker boat, repleto de jóvenes que se convierte en party boat, un barco que eran dos días y una noche o Pacific Sunrise, un velero de lujo para tres días y tres noches. Después de pensárnoslo, decidimos pegarnos nuestro pequeño gran lujo durante todo este viaje de tres meses y escogimos el Pacific Sunrise. Y fue con total seguridad la mejor decisión que pudimos tomar.

Embarcamos la misma tarde que llegamos a Airlie Beach 14 pasajeros: una pareja de New York de unos 35 años, “los honeymoons”, que no es que estuvieran de luna de miel pero lo parecía, él muy yankee sin saber muy bien como va el mundo y ella embarazada, una pareja de Minnesota de unos 30 sorprendidos de que supiera donde se encuentra el estado, una pareja alemana muy divertida que había venido a ver a su hija con la mujer muy sorprendida de sí misma cuando no calzaba los zapatos por el barco, una pareja de franceses con su hijo sabelotodo, otra pareja alemana de unos 20 que se habían pasado 4 meses y medio recogiendo patatas, un inglés que como buen inglés estaba viajando por el mundo, y otra pareja formada por una suiza y una española que vivían su particular luna de miel. La tripulación estaba compuesta por el capitán, el ayudante del capitán dos expertos buceadores, la encargada del vessel y la cocinera. Todo un grupo muy divertido para pasar tres días juntos.

Tuvimos el privilegio de tener un camarote para nosotras solas puesto que era de tres pero no había nadie más, con nuestro propio baño/aseo/retrete. Y lo pongo todo junto porque de verdad que sí hubiésemos querido, podías ducharte mientras hacías tus necesidades. En el barco en el que nos sentimos como reinas por unos días, incluso te servían la comida (exquisita por cierto) y recogían los platos. Hay que recordar que esto en Australia es todo un lujo puesto que muchas veces cocinas y friegas en los viajes organizados.

Pero si el barco era un lujo, el escaparate lo fue aún más: playas paradisíacas, snorkelling en un coral repleto de peces de todos los colores y cada cual más bonito y llamativo, otros peces enormes tan cercanos a ti que podrías tocarlos si no fuera porque te acojona un poco, y sobre todo, Whitehaven Beach e Hill Inlet. Si había soñado durante mucho tiempo con estos lugares, tras haberlos visto y haber estado ahí, tengo que decir que todas las expectativas que tenía eran pocas. Pocas veces la realidad supera tanto el sueño que tenías… ¡Es simplemente mi paraíso en la tierra!

Diving with Nemo

Con la llegada a Cairns, alcanzamos el que iba a ser destino final de nuestro viaje, pero al final volvemos a bajar hasta Sydney desde donde Simone volverá a Suiza y yo me iré a New Zealand.

Cairns es la ciudad tropical por excelencia en Australia. Situada en el extremo norte de Queensland y en plena wet season, hemos tenido mucha, mucha suerte y en una semana aquí, no nos ha llovido nunca durante el día. Se trata de una ciudad muy agradable, muy vacacional, con su Esplanade y sobre todo su Lagoon. Y es que al no poder bañarte en el mar (y es que a las ya conocidas avispas de mar, hay que añadir los crocodilos de agua salada, mucho más peligrosos y grandes que los de agua dulce…), tener una piscina de agua salada en plena ciudad es un paraíso donde tostarte al sol durante el día, terminándolo en el mismo lugar con una buena barbacoa.

Pero Cairns es mucho más que su lagoon y su esplanade, es la puerta de entrada de dos maravillas: la rainforest y la Great Barrier Reef.

Alcanzamos al norte de Cairns Cape Tribulation, haya donde “the rainforest meets the reef”, y es simplemente espectacular. Con todo los árboles, palmeros, llegando a la arena, plagada de cocos caídos… Lo único malo es el no poder bañarte… Las diferentes tonalidades de verde, cada cual más claro y profundo hacen del Daintree National Park un lugar único en el mundo. El Daintree River, que tienes que cruzar en un ferry para alcanzar Cape Tribulation, es un nido de crocodilos de todos los tamaños y colores. Por supuesto, nuestras ganas de ver uno eran tan grandes que nos llevó a embarcarnos en un pequeño cruise por el río y tras un buen café y galletitas, vimos un crocodilo de unos 3-4 metros en su habitat natural (osea, ¡no en un zoo!).

Pero sin duda, la excursión a la Great Barrier Reef fue la gran excursión. Tras empezar el día con un chute de biodramina para el barco, llegamos a nuestro primer punto del reef. Y ahí, que mejor manera de verlo que con una clase introductoria de buceo! Y así, respirando a través de una botella de oxígeno, ¡estuve a escasos centímetros de Nemos y del coral! Para el segundo sitio donde paramos, teníamos snorkelling. El lugar era una maravilla, y la verdad es que pudimos ver todo mucho mejor que en el primer punto: más Nemos, Doris también, peces que no tienen nombre comercial (y por supuesto su nombre científico es desconocido para mí), un coral precioso. ¡Amazing fueron los cinco primeros minutos de snorkelling cuando vimos una tortuga marina! Me gustaría poder deciros de que edad pero por mucho que le preguntará, no me contestó (resulta que Disney nos tiene engañados y los peces no hablan) y cuando aún no nos habíamos recuperado de la tortuga, ¡¡va y aparece un tiburón!! Y ahí, pues fue una mezcla de emoción y acojone claro. Por mucho que te digan que son tiburones que no hacen nada, es un tiburón que tienes a escasos metros y tú estás en el agua. Si queréis haceros una idea de cómo es el coral, “Buscando a Nemo” lo retrata de forma excelente (excepto, como ya se ha comentado, que los peces no hablan).

Como punto, iba a haber hecho también skydive con aterrizaje en la playa de Mission Beach pero resulta que no puedo por peligro de perforación de tímpano (otra cosa rara que tiene mi cuerpo…) Esto lo descubrí haciendo scuba-diving, que tampoco puedo volver a hacer… y bueno, por mucho que fuera muy especial hacerlo con la sordera no se juega. Al menos, sé de una que estará muy contenta leyendo estas líneas… ¿eh Maman?

Welcome to the wet season


Nº of days: 16
Km done: 4.650


En zonas tropicales, las cuatro estaciones se convierten en dos: dry season and wet season. El norte de Australia se encuentra en esta zona y la estación seca se extiende de abril a septiembre y la húmeda de octubre a marzo.

Así que como podéis fácilmente comprobar, ¡decidimos recorrer Queensland, estado tropical por excelencia, en plena wet season! Esto conlleva principalmente una norma básica a seguir: antes de emprender cualquier viaje, chequea el tiempo, no vaya a ser que se ponga a diluviar en el momento más inapropiado, y el estado de las carreteras, que son fácilmente inundables. Y para todos los que piensen que suelo ser una persona con suerte, después de este viaje lo podéis confirmar: en plena wet season, he recorrido toda la costa de Queensland (Brisbane to Cairns to Brisbane) y cuando necesitaba que no lloviera, no es que no lo hiciera, ¡sino que el sol lucía!

Con el paso de Brisbane y adentrándonos en Queensland, vuelven las largas distancia en la carretera, tal y como lo era en el Outback. Y es que 1,700km separan Brisbane de Cairns (sí, nos hemos hecho el camino de 1,700 km de subida y de bajada). La principal diferencia con el Outback es que cambias el tono rojizo, llano y seco por un paisaje verdoso, frondoso, montañoso y con curvas.

Uno de los puntos negativos en esta zona es que no puedes bañarte en las playas. Y es que, excepto en algunas zonas donde tienen redes, en la época que hemos estado aquí es la plaga de avispas de mar. La verdad es que no sé de donde viene este nombre en español porque resulta que las avispas de mar son medusas letales y cuando digo letales es que de verdad puedes morir. Así que en estas zonas, o estás en un área con red (y las redes no son de palo) o tienes que vestir un traje anti-box jellyfish (o lo que es lo mismo, una traje de neopreno para buceo, surf etc…).

El camino desde Brisbane a Cairns (Cairns, como toda ciudad importante en Australia se merecerá un capítulo especial) tiene muchas cosas pero destacan ante todo dos, dos islas: Fraser Island y Whitsundays Islands (vale, en este caso, es un conjunto de islas).

Fraser Island es nada más y nada menos que la mayor isla de arena del mundo y solo se puede recorrer en 4x4. Los backpackers de Hervey Bay, ciudad de entrada a Fraser Island, organizan viajes entre jóvenes apuestos como nosotras. Forman grupos de entre nueve y once personas, te dejan un 4x4 (previo pago por supuesto) y te vas tres días y 2 noches para allá con todo lo que necesitas en el coche (tiendas de campaña, todo para cocinar, comida, bebida…). Te dan un itinerario con el que ves los principales puestos de la isla y de paso, no hay discusiones entre los miembros del coche que apenas se acaban de conocer. Nuestro grupo, de nueve por suerte, lo formaron tres ingleses que viajan juntos por el mundo, dos suizas que recorren la costa este australiana (que luego volvimos a estar con ellas en Cairns), un canadiense y una alemana, ambos viajeros solitario y por supuesto Simone y yo. Los tres días resultaron una gran aventura, conduciendo el 4x4 en la playa, acampando en la misma con el temor de ser atacada por un dingo (que se trata básicamente de un perro muy salvaje), cocinando a oscuras y con arena en todos los sitios, mojándote solo los pies en el mar porque está prohibidísimo bañarte al estar repleto de tiburones. Pero sobre todo, disfrutas del viaje porque la isla es una maravilla, con unos lagos como nunca puedes imaginar que existan, con una playa de 90 km preciosa, con unos paisajes espectaculares, con unas dunas inmensas, con unos lookouts vertiginosos…

Y las segundas islas son las Whitsundays, pero la experiencia fue tan increíble que finalmente he decidido dedicarle un post especial…

sábado, 7 de marzo de 2009

The Big Things

Cuando a principios de enero tuvimos el honor de conocer a Larry (cf post “From Larry to Judas”), no sabíamos que estabámos ante sólo una de las piezas de las “Big Things”.

En 1964, abrieron un parque en Coffs Harbour y para llamar la atención pusieron una Big Banana. Y ese simple hecho desencadeno una locura por las Big Things casi tan grande como la Gold Rush.

Se podrían establecer dos categorías para las Big Things. La primera sería de animales con la ya mencionada Big Lobster a la que se suman Big Sheep en una gasolinera entre Canberra y Sydney, Big Oyster en Taree (NSW) y Big Prawn en Ballina (NSW). Como veís, en esta categoría, excepto Big Sheep son todo seafood. La segunda categoría sería de fruta con la precursora Big Banana, Big Mango en Bowen (QLD)… y todos los que nos faltan por descubrir…

Todo hay que decir que según el Lonely Planet, dos de estas Big Things tiene el honor de ser la atracción de peor gusto de su estado con Larry en SA y Big Prawn en NSW.

Y para mí, por mucho que Simone prefiera Big Sheep, Larry siempre estará en mi corazón… quizá porque fue la primera, quizá porque es de las más grandes o quizá porque sigo sin haber comido la tan preciada langosta!

Brisbane: the rainy city

En las matrículas de los coches, en Australia como en los USA, tienen inscripciones como “Victoria – The place to be”, “SA – The festival state”, “ACT – The nation’s capital” etc. y en Queensland, estado de Brisbane, una de ellas es “QLD – The sunshine state”. Y bueno, sunshine, lo que se dice sunshine, no fue en absoluto a lo largo de mi primera visita a esta ciudad. Es más, estuvo diluviando durante 2 días, lloviendo otro y por fin, al cuarto, pudimos tostarnos al sol…

Con tanta lluvia, y sabiendo que vamos a volver, pues mucho no visitamos aunque lo poco que vimos nos permitio descubrir que es una buena ciudad para vivir: bonita, relajada y con muchas actividades, como ir a Streets Beach, unas piscinas/playas que tienen en plena ciudad, gratuitas, y muy bien tratadas y limpias.

Al haber cumplido sus primeros 10.000km con nosotras (vamos que los 10.000 primeros tras los 300.000 anteriores), Little Ripper pasó por el mecánica para su correspondiente revisión con el resultado de cambio de ruedas, amortiguadores y un pequeño agujero en el bolsillo de sus dueñas…! pero ya listo para los siguientes 10.000 con toda seguridad.

A destacar de Brisbane que coincidió ahí el día de San Valentín, así que por supuesto, estuve celebrándolo con Simone… bueno vale, más que San Valentín, celebramos ese día que era el cumpleaños de Simone, que se nos ha hecho mayor y ya ha cumplido los 23. Y después de ese día, ya podré contar a mis nietos “Un día me echaron de un bar en Australia… ¡por tener sueño!" Resulta que ese día madrugamos bastante (como todos en general por cierto) y ya por la noche, después de tanto recorrido, estaba cansada. Pidiendo un par de cervezas en la barra, cerré 2 segundos los ojos para descansar y, creyendo que estaba borracha, me echaron del bar… y por mucho que les explicará que lo que tenía era sueño no había manera… lo mejor de todo es que al final también echaron a Simone porque estaba dejándome beber la cerveza que habíamos pagado al lado de la entrada…

En fin, de Brisbane podemos resumir que estuve otra vez en un museo, está vez de ciencia, que volveremos para visitar la ciudad esperemos que bajo el sol (o al menos sin lluvia) y que en Australia, si tienes sueño, no puedes estar en un bar…