martes, 26 de mayo de 2009

Last downunder...

Nº of days: 14
Km done: 1,709

Tras casi un mes en NZ, la vuelta a Australia fue con visita de mis padres, para pasar así mis dos últimas semanas en este maravilloso país.

Con esta visita, el modo de viajar cambió drásticamente: de camping a hoteles (aunque he de decir que mi peor cama en todo el viaje la tuve en el primer alojamiento con mis padres, en un hotel de 4*), de cocinar a comer siempre fuera, etc...

Al menos, tuve la oportunidad de volver a disfrutar de la Sydney Opera House, de Darling Harbour, del Harbour Bridge, de Hyde Park... y también de descubrir nuevas cosas como el acuario donde, tras 6 meses en Australia y buscarlo tanto, por fin tuve el placer de ver un platypus, es decir, un ornitorrinco. Y es que este animal tan raro (que es un bicho con pico de pato, cola de castor, pelo de nutria, patas de ánade, con cloaca con un reptil, veneno y se reproduce mediante huevos...) sólo sale de su cloaca al amanecer o atardecer y nunca coincidimos en esos momentos. Así que al menos lo ví en un zoo...

Con la extraña sensación de dejar Sydney sabiendo que ya era la última vez que iba, volamos hacia Uluru, quizá más conocido internacionalmente com Ayers Rock (para la parte de cultura general, Ayers fue un presidente australiano). Uluru es, probablemente, junto a la Opera House, los dos símbolos más famosos. Se dice de Uluru que es como un iceberg, que la parte oculta es mucho más grande que lo que se ve, pero sólo con la simbología y significado de esta roca, atrae a muchos turistas cada día. Se trata de un lugar sagrado para los aborígenes, aunque se vean más bien pocos por ahí. Un sendero de 9km se extiende alrededor de la roca, aunque se puede hacer cómodamente desde el coche al estar también una carretera paralela. Al ser un lugar sagrado para los aborígenes, hay dos puntos específicos, muy sagrados, que no se pueden ni fotografiar: uno para los hombres aborígenes y otro para las mujeres. Y no quiero opinar nada acerca de las mismas, pero el de las mujeres se llama "Mala Puta"...¡ay si supieran su significado en otros idiomas! Lo más mágico de Uluru es sin lugar a dudas el atardecer y el amanecer, que es cuando se puede ver la roca cambiar de colores, desde un rojo intenso cuando brilla el sol a un marrón sombrío cuando la sombra lo cubre por completo, pasando por diferentes tonalidades. Fuera del mismo, no es al punto de compararlo con Pinnacles en WA, pero, al fin y al cabo, es una roca en el desierto (aunque una roca enorme en un lugar donde casi todo alrededor es planísimo).

Tras la visita obligada a Kata Tjuta-The Olgas (incluso más sagrado para los aborígenes que Uluru), nos dirigimos a Kings Canyon que recorrimos en un sendero de 6,5km con sus buenas subidas. Pero las casi 3 horas de caminata merecieron más que la pena. El canyon es increíble, maravilloso. Sus rocas y acantilados te sumergen en una gran inmensidad. Te sientes un poco Indiana Jones en sus mejores aventuras ahí... ¡Simplemente, me encantó! y lo recomendaría aún más que Uluru.

La nueva visita a Cairns sirvió no sólo para conocer Green Island en plena Great Barrier Reef, sino para ver de nuevo a Elizabeth. Ya hablé de Elizabeth anteriormente, aunque por aquel entonces desconocía su nombre. Resulta que volví a coger un barquito por el Daintree River para ir a ver cocodrilos, pero esta vez con la fortuna de escoger un barquito muy pequeño y estábamos solos con el guía, que me contó la vida de los cocodrilos. Resulta que me enteré que la parte que visitamos de Daintree River era hasta hace bien poco territorio de Scarface y que tenía por ahí 6 ó 7 novias. Pero en los últimos tiempos, Fat Albott iba comiéndose su terreno poco a poco... y sus novias. Por lo que Elizabeth pasó de ser novia de Scarface a novia de Fat Albott. Tuvimos el placer de conocer a este último, de unos 5-6 metros (Elizabeth tenía "sólo" 3 ó 4). También pudimos observar un montón de baby-crocodiles, de los cuales supimos que a los dos meses de nacer, la madre les abandona en la naturaleza y hasta los 6 años, edad en la que ya son suficientemente fuertes y duros, tienen que luchar contra un montón de adversidades (entre ellos los mismos padres...) y por ello, sólo 1 de cada 100 llega a la edad adulta... y luego pensamos que los seres humanos lo tenemos chungo...

Los nuevos descubrimientos en Australia casi terminaron ahí... ya quedó para el final volver a Surfers Paradise, y conocer un poco más de Brisbane. Y por suerte, tuve el placer de tener la compañía de Lea, la suiza con la que estuve en Nueva Zelanda, que había venido expresamente al ser mi última noche, en la que, aunque no fuera el de Perth, pude volver a estar por última vez en el Mustang, aquel bar que todos los miércoles tenía en mí a su fiel cliente...

Se hace raro pensar que ya vuelvo para Europa, que se acabo el andar boca abajo... pero todos y cada uno de los momentos en Downunder han sido tan mágicos y especiales que sólo puedo empezar a echarlos de menos...

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