martes, 26 de mayo de 2009

Singapore: a bit more than a stopover

Con la nostalgia de pensar que ya había dejado Australia atrás, que los días en Downunder habían terminado, aterricé en Singapore para visitar la ciudad/país en un par de días.

Estaba previsto que visitará la ciudad sola, pero me encontré en el aeorpuerto de Brisbane, antes de coger mi vuelo, a una chica rumana que había conocido en el backpacker de Wellington (luego dicen que si el mundo es pequeño...) y que resultaba que también iba a Singapore praa unos días, ella antes de seguir su viaje por Malasia, Vietnam, Laos, Tailandia etc...

Singapore es una ciudad de muchos contrastes. Por un lado, es la ciudad en la que me ha salido más barato comer en mi vida. Cuando el primer día encontramos un sitio en el que comer por $5 (exactamente la mitad en euros), pensamos estar delante de una ganga. pues luego resulta que incluso nos pareció cara esa ganga cuando empezamos a ver sitios por $3 o algo menos incluso! Por supuesto, la comida era siempre, o casi siempre, asiática, por lo que en tan sólo dos días acabé ya un poco harta de noodles y rice... ¡pobre la rumana que aún le quedaban 2 meses así! Pues de la comida más barata, pasé a la Coca-Cola más cara ever paid. En el avión de Brisbane a Singapore, un inglés residente en Brisbane que iba mensualmente a Singapore por trabajo me recomendó ir al Swissotel, que en su planta más alta, tenía un bar con magníficas vistas sobre toda la ciudad. Cierto era que, céntrico, se tenían unas privilegiadas vistas no sólo de la ciudad sino casi de todo el país, mucho mejores que las que se pueden tener desde el Singapore Flyer (una imitación del London Eye que tan de moda está en tantas ciudades) al estar más alto. ¡Y es que nos encontrábamos en la planta 71 del rascacielos! Pero claro, como las vistas hay que pagarlas, casi nos dío un infarto cuando vimos que la Coke nos costaba $14, ¡y además había sido de grifo!

Singapore es también un país multicultural. Su población está dividida entre el 76% de chinos, 13% de malayos y 8% de indios (el resto proviene de países principalmente occidentales) y claro, eso conlleva que en la ciudad, te vayas encontrando templos budistas junto a mezquitas, o templos hindus cercanos a iglesias anglicanas... Fue muy interesante ver por primera vez un templo hindu y seguir de cerca sus tradiciones, rezando a no sé cuantos dioses, vendiendo cosas dentro del propio templo, comiendo ahí mismo, y todo ello descalza como manda la tradición. Al ser los chinos predominantes, también se nota mucho en el ambiente su dominio. El "do it now" es fundamental, el estrés vuelve a respirarse por sus calles... tras más de 7 meses en Australia, esto choca mucho. Cuando te traen una cuenta la tienes que pagar ya, y te meten mucha prisa por ello...

Singapore es una ciudad con muchísimos rascacielos en su business centre, por supuesto cuenta con su enorme Chinatown y su más sorprendente Little India. Pero un punto en común en absolutamente todos los barrios es que todos los artículos que puedes encontrar ahí son muy, pero que muy cutres... Paseando por sus calles no pude evitar acordarme del ya tradicional "enemigo cutre" navideño entre los amigos publicistas en el que tenemos que hacer el peor regalo que encuentres por un importe máximo de €5. Si hubiese tenido que elegir el regalo más hortera me hubiese costado decidirme entre miles de ellos... Por ello mismo, y a pesar de gastarme $14 en una Coca-Cola, me costó horrores gastarme el dinero que tenía (¡y mira que eso es chungo!)

Siempre había oído que Singapore es una de las ciudades más limpias del mundo y, no sé si porque venía de Australia donde todo suele estar impoluto, pero no me sorprendió por ello. Y aunque lo fuera, tampoco me sorprendería tanto puesto que podría ser la ciudad más limpia del mundo, pero a base de prohibirlo todo: no comer chicle en la calle, no beber o comer en recintos públicos o cerrados, no, no, no... Por algo en todos los souvenirs (cutres claro), siempre utilizan lo de "Singapore: the fine city".

Con todas estas cosas, un calor sofocante y un nivel de húmeda altísimo transcurrieron los dos días en la ciudad que patee de arriba a abajo varias veces (esto a pesar que la chica de la tourist office me dijera que era demasiado grande como para andar ni un cuarto de ciudad). Pero mi gran viaje de casi 8 meses no podía acabar sin otra pequeña visita a los animales... fuimos al más que recomendable Night Safari, donde puedes observar los comportamientos de los animales por la noche, ver algún animal que seguramente no hayas visto en tu vida como el oso hormiguero o seguir el espectáculo ofrecido por la tribu Thumbuakar en sus malabarismos con el fuego...

Así que con esta última visita, definitivamente, no quiero volver a saber nada de animales durante muuuuuuuucho tiempo...

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